jueves, enero 05, 2006

LA CIENCIA Y LA TECNOLOGIA COMO INSTRUMENTO DE DESARROLLO

Antes de iniciar directamente con el tema a tratar, me gustaría contar una pequeña historia de mis días de infancia. La mayoría de mis recuerdos de niñez tienen que ver con la enorme influencia que en mí tuvieron los programas de TV, es cierto que el patio de mi casa era lo suficientemente grande para jugar a la escuela o montar biscicleta, sin embargo, estaba lleno de pollos, perros y gatos a los que tenía un pánico atroz, así que mi refugio lo constituía una pequeña y cómoda sala donde se encontraba un viejo amigo, grande, negro, frío, pero mágico, llamado TV, las muñecas me resultaban aburridas porque había que hablar por ellas y siempre fui muy mala con la suerte y el dado. Victima inocente de Plaza sésamo, los pica piedras, la Pantera rosa y los Pitufos, mi altar preferido, mi sitio de descanso, luego de hacer las tareas, era la pequeña sala de TV. Recuerdo la impresión que me causó una serie llamada “Batalla final - la victoria” contaba la historia de extraterrestres que invadían la tierra en busca de agua, esos personajes que escondían detrás de sus rostros- aparentemente humanos- caras de lagartos y anfibios, se alimentaban de ratas y de gusanos; pero realmente el gusto por la serie, lo constituía las escenas donde las puertas se abrían sin necesidad de usar las manos, sólo con la presencia de las personas, las tarjetas que permitían el acceso a ciertos lugares, la comunicación por ciertos aparatos que no tenían cables, los láser de las armas de guerra, la ropa tan ajustada, las pequeñas computadoras, las maquinas que hablaban e indicaban cosas, la TV que se encendía por medio de un control y el hecho de que se pudiera hablar y ver al mismo tiempo a una persona por medio de una diminuta pantalla a muchos kilómetros de distancia. Aquellas escenas me resultaban fantásticas por lo imposibles en esos gloriosos 80´ en un pueblecito de tierras sabaneras del Departamento de Córdoba, en ese entonces y muy niña empecé a enamorarme de la ficción aún sin saber que ella no es más que la nervadura verbal de lo que es, tal como es. Así que después de ver cada serie del programa me surgía la necesidad de recrear esas escenas en mi casa, fue así como, con la ayuda de un clavo y una pita amarrada a la puerta simulaba que ésta se abría sin necesidad de empujarla con la mano, tan solo jalaba de la cuerda, con ello pude engañar a mi hermanito menor, también frente al teléfono y en sitios estratégicos de la casa elaboré con cartón y hojas unas especie de pantallas de TV a las que colocaba mi retrato, que yo misma había pintado, y con algunos vasos que me servían de auriculares telefónicos y cintas, simulaba el teléfono donde me podían ver y oír, recuerdo que aquellos intentos me hicieron popular en el barrio y pude ganar nuevos y buenos amigos, aunque en casa la situación alcanzó a preocupar a mi mamá, que me hizo víctima de la “monstruo psicóloga”, hoy agradezco que no se me hubiera dado por comer lo mismo que los marcianos.

Y recuerdo esta historia de mi infancia porque intentar escribir de ciencia y tecnología es pretender escribir en el tiempo, sobre el tiempo y más allá de él. Es saber reconocer las características que distinguen un pasado, las que se mantienen en el presente y las expectativas de futuro que se crean. Parece que la división de la historia siempre ha estado ligada a la invención y al desarrollo de la ciencia, son otros lo mitos que sustituyen mitos otras leyes que sustituyen leyes cuando la capacidad del hombre con su mente trascendental modifica los objetos de la naturaleza, para mejorarlos o para crear unos nuevos, cuando transforma los pensamientos y las ideas. Así que pensar la ciencia y la tecnología es pensar históricamente, pensar en génesis y genealogía, es pensar en evolución, es pensar en desarrollo, en fin, en cambio y transformación.

Es cierto que la relación ciencia - tecnología y desarrollo se ha visto envuelta en innumerables discusiones y controversias, inclusive en los círculos del desarrollo se sospecha con frecuencia que los impulsores de la tecnología promueven arreglos costosos e inapropiados sin tomar en cuenta la realidad del desarrollo. En verdad, la creencia en que una pócima tecnológica pueda "resolver" el analfabetismo, la mala salud o el fracaso económico, refleja escaso entendimiento de la realidad de la pobreza. Pero si la comunidad del desarrollo desconoce la explosión de innovaciones tecnológicas en alimentos, medicamentos e información, corre el riesgo de marginarse y de negar a los países en desarrollo oportunidades que, si se controlan de manera efectiva, pueden transformar la vida de los pobres y ofrecer oportunidades novedosas de desarrollo a los países menos desarrollados.

Es necesario repensar y empezar a construir una nueva visión del problema, el prefacio del informe de 2001 del PUND, donde el lema es: poner el adelanto tecnológico al servicio del desarrollo humano, nos dice que vivimos en una época de nuevos descubrimientos, con el mapa del genoma humano, con enormes cambios estructurales en la forma en que se practican las ciencias y con oportunidades sin precedentes de formación de redes y distribución de conocimientos provocados por la reducción de los costos de las comunicaciones. Pero es también una época de controversia pública en aumento acerca de cuestiones que van desde los riesgos posibles de los cultivos transgénicos hasta el acceso a medicamentos vitales para todos los que lo necesitan. Nuestro reto ahora consiste en trazar una ruta por este terreno rápidamente cambiante. No solamente dejar atrás el debate acerca de si el adelanto tecnológico ayuda al desarrollo, sino si ayuda a determinar la política y las instituciones mundiales y nacionales que mejor puedan asegurar los beneficios del adelanto tecnológico a la vez que salvaguarden escrupulosamente de los nuevos riesgos que inevitablemente las acompañan.[1]

La ciencia y la tecnología y en especial esta última no pueden convertirse en un elemento de recompensa de un desarrollo exitoso sino principalmente en el medio para lograr ese éxito. Se suele pensar que la gente tiene acceso a las innovaciones tecnológicas, medicamentos más eficaces, mejores transportes, o conexiones telefónicas o a la Internet una vez que tienen mayores ingresos. Esto es verdad: el crecimiento económico crea oportunidades para que se creen y difundan útiles innovaciones. Pero también es posible invertir el curso de ese proceso: las inversiones en tecnología, al igual que las inversiones en educación, pueden dotar a las personas de mejores instrumentos, de modo que sean más productivas y más prósperas. La tecnología es un instrumento y no sólo un beneficio, del crecimiento y el desarrollo.[2]

Ahora bien, si consentimos en que el desarrollo consiste en la ampliación de las opciones que los pueblos tienen para vivir de acuerdo con sus valores, los países pobres están en el deber y se les hace necesario desatanizar y desdemonizar la tecnología y los nuevos avances científicos, porque constituyen una realidad avasalladora consecuente en cierta medida con el desarrollo de las capacidades del hombre y de su libertad, para ello se requiere de una nueva concepción desde el “interior” del cambio tecnológico que respalde la acción de las instituciones promotoras de la actividad científica y tecnológica para el desarrollo, toda vez que una de las razones de la innovación reside en la distinta combinación institucional de los agentes de cambio tecnológico, por tanto se debe promover la realización de una labor empresarial sistémica y organizada de investigación y desarrollo, incluyendo especialmente la elaboración de políticas publicas que socialicen algunos de los riesgos del proceso y esto se hace imperioso para los países de América Latina porque sin lugar a dudas, por el afán de estabilidad y equilibrio comercial han descuidado el impulso específico a la formación de capital y la regulación del nivel de actividad lo que explica la notable reducción de la formación del nuevo capital y del uso mayoritario de capacidad instalada.

Hasta aquí vuelvo a mi recuerdo de la infancia, las puertas que se abren y los teléfonos con pantallas y sin cables, no se trata de construcción y copia de ficciones, se trata de esfuerzos por asumir los riesgos de la realidad ya sea con evaluadas resistencias y con focalizaciones adecuadas y concertadas, la ciencia y la tecnología debe estar al servicio del hombre y debe quedar bajo su control, no al arbitrio de unos pocos hombres, de una comunidad política o de una potencia, sino de todos como si se tratara de un bien común de la humanidad.








[1] PNUD. 2001
[2] Ibidem

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