martes, marzo 07, 2006

DEL SECUESTRO AL AMOR

Hace unas semanas atrás, mientras disfrutaba por unos cuantos días de la calidez y flamante brisa barranquillera, una noticia de mis tierras cordobesas, que llegó con las ondas televisivas, me arrebato la tranquilidad en la que reposaba mi ánimo. El titular “desaparecido Sacerdote en Córdoba” ocasionó de inmediato un brusco cambio a mi cuerpo frágil, la tensión se bajo, las manos empezaron a sudar, el frío se apoderó de mis venas y el corazón latía a velocidad descomunal, y no era para menos, para nadie es un secreto que los ministros de nuestra Santa Iglesia han sido víctimas de innumerables ataques y de irrespetos, de vulgares violaciones, sobre todo, por sus luchas en defensa de los pobres y excluidos, porque hablar de la verdad en este país es convertirse en enemigo y objetivo militar del poder -absurdo e inhumano- de los que se valen de las armas. De inmediato vinieron a mi mente las preguntas, ¿De quién se trata?, ¿Cual sería la razón?, ¿acaso lo conocía?, los minutos transcurridos frente a la pantalla del televisor esperando el desarrollo de aquella noticia se me hicieron eternos.

El informe periodístico expresaba: “Los feligreses de la Parroquia del Municipio de San Antero en el departamento de Córdoba secuestraron al párroco, porque no desean que sea trasladado en cumplimiento de las órdenes que expidió el Obispo de la Diócesis.”.
Durante más de una semana los noticieros no cesaron de darnos detalles del acontecimiento, incluyendo medios como la radio; hombres, mujeres y niños con pancartas protestaban por las calles de San Antero con frases como: “ No queremos el traslado”, “Queremos que se quede”, caminatas, tomas del templo y bloqueos en la casa cural eran las escenas que se propagaban; entrevistas, intentos de acuerdos, cuestionamientos al obispo, opiniones e informes de la Policía Nacional, documentales en relación con la buena labor del presbítero, todo un despliegue de supuestos donde se cuestionaba principalmente la falta de democracia de las decisiones dentro de la Iglesia, y que lograron generar debates y opiniones contrapuestas en todas las esferas sociales, no faltaba el que hablara de reelección del párroco y lo comparará con la política y el presidente Uribe, las sectas aprovechaban para sustentar sus criticas y los ateos acentuaban sus burlas.

Pero en realidad la noticia afecto principalmente a los laicos de otras comunidades quienes confundidos preguntaban a los ministros la naturaleza de esos hechos y esto lo sustento desde mis razones y sentimientos, porque cada vez que escuchaba las frases que hablaban de “secuestro” mi mente volvía a la Constitución y al derecho penal, el articulo 168 del C. Penal tipifica esa conducta e impone una pena de 12 a 20 años de prisión, por considerarlo un acto reprochable que atenta con uno de los bienes mas preciado del hombre: la libertad, no lograba explicarme como podía relacionarse eso con la evangelización y con la Iglesia, ¿Cómo, quién se hacía llamar “católico” y “cristiano” simbolizaba un desacuerdo con actos violentos?, no dejar entrar a la casa cural al nuevo sacerdote, sellar las entradas, impedir la celebración eucarística, y principalmente secuestrar, arrebatar, sustraer, retener, ocultar, privar de la libertad a un ministro de la Iglesia - porque para el dolor que me produjo este acontecimiento prefiero creer eso, que pensar que esos actos eran consentidos por el mismo párroco, y me resisto a creerlo.

Es necesario recordar la invitación clara que nos hace el Concilio Vaticano II cuando nos exhorta al fomento de la paz y la promoción de la comunidad de los pueblos “ …no puede obtenerse la paz en la tierra sino se garantiza el bien de las personas y si los hombres no saben compartir entre sí espontáneamente y con confianza las riquezas de su espíritu y de su talento. Para construir la paz son absolutamente imprescindibles la firme voluntad de respetar a otros hombres y pueblos y su dignidad y un solícito ejercicio de la fraternidad. Así la paz brota también como fruto del amor, que es capaz de dar algo más de lo que exigen los limites de la justicia. La paz sobre la tierra nacida del amor del prójimo, es efecto e imagen de la paz de Cristo que procede del Padre.”[1]

Resulta pues, totalmente inconsecuente el accionar de los feligreses de San Antero, esa inconveniente forma de oponerse a una decisión jerárquica. El simple hecho de cambiar un servidor de una parroquia a otra, a un ministro de la Iglesia, no puede ser motivo de escándalos, de perturbación del orden, de la tranquilidad, somos Iglesia y Comunidad no por tal o cual sacerdote, persona o laico, sino por la fe y el amor. Nuestro deber de lucha es con la evangelización, con el poder anunciar, comunicar el Amor de Dios, que en su Verbo Encarnado ha dado a todas las cosas el ser, y ha llamado a los hombres a la vida eterna. Nuestros esfuerzos deben centrarse en el amor al Padre y al prójimo y lograr superar los obstáculos que los condenan a quedar al margen de la vida; hambre, enfermedades, analfabetismo, pobreza, injusticias, corrupción, guerras y toda forma de violencia.

En este país tan afectado con enfrentamientos armados, con la política de la muerte, con tantos actos de corrupción, con tantas formas de manipulación no debe ni pude ser la Iglesia un punto más de conflicto, todo lo contrario, unida por medio del amor debe ser ejemplo de cambio y transformación. Como laicos no debemos permitir que nuestras mentes y actos se dejen influenciar por los abusos de una mala conceptualización de la democracia. La Iglesia es ante todo comunitaria (una comunidad de Amor) porque existen normas de convivencia y de orden, porque se fundamenta en el profundo amor y respeto por el otro, porque enaltece los valores de obediencia y solidaridad. La carta a Tito ( Tito 3, 1-2 ) nos instruye en relación a los deberes de los fieles: “ 1. Amonésteles que vivan sumisos a los magistrados y a las autoridades, que les obedezcan y estén prontos para toda obra buena;2 que no injurien a nadie, que no sean pendencieros sino apacibles, mostrando una perfecta mansedumbre con todos los hombres.” , y también en relación con los presbíteros (Tito 1, 7-8) enseña: “7. Porque el espíscopo, como administrador de Dios, debe ser irreprochable; no arrogante, no colérico, no bebedor, no violento, no dado a negocios sucios;8. sino hospitalario, amigo del bien, sensato, justo, piadoso, dueño de sí.”

Y es aquí donde mas me sentí perturbada y confundida, no puedo aceptar que si una comunidad de feligreses advierte las nobles virtudes de su párroco se niegue a compartirlas con otras comunidades, se niegue a valorar las virtudes y talentos de un nuevo servidor al que probablemente no conocen, y sobre todo, tenga en mas estima la lucha por la presencia de un sacerdote en particular que recibir las gracias que se obtienen en el sagrado sacramento de la Eucaristía. Cuanto me gustaría ver a esa misma comunidad, con esa misma pasión y disposición enfocada en denunciar los actos de corrupción que nos tienen sumidos en la pobreza, que frente a cada secuestro de un ciudadano colombiano se opusieran y se manifestaran, que ante cada abuso de un menor, ante cada maltrato lo comunicaran con el mismo ardor, que se unieran las mujeres para manifestar su NO contra el aborto, que se solidarizaran de la misma manera para ayudar al desplazado, que todos los jóvenes unidos difundieran con la misma fuerza las injusticias contra el pueblo pobre y excluido. Que se masificaran para elevar un grito de BASTA YA!!! frente a la violación de los derechos humanos. En fin que los motivos y fundamentos de una protesta (pacifica) sean más profundos y altruistas, más humanos, más solidarios.

Pero muy a pesar de las confusiones y el dolor que ocasionó esta noticia es bueno mirar también lo que permitió descubrir, la Iglesia con todos sus ministros y laicos tenemos un desafío fuerte que afrontar: Trabajar por una mejor evangelización. La carta encíclica DEUS CARITAS EST del Sumo Pontífice Benedicto XVI nos ilustra “Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él” ( 1 Jn 4, 16). Y al referirse al amor al prójimo nos enseña: “De este modo se ve que es posible el amor al prójimo en el sentido enunciado por la Biblia, por Jesús. Consiste justamente en que, en Dios y con Dios, amo también a la persona que no me agrada o ni siquiera conozco. Esto sólo puede llevarse a cabo a partir del encuentro íntimo con Dios, un encuentro que se ha convertido en comunión de voluntad, llegando a implicar el sentimiento. Entonces aprendo a mirar a esta otra persona no ya sólo con mis ojos y sentimientos, sino desde la perspectiva de Jesucristo. Su amigo es mi amigo. Más allá de la apariencia exterior del otro descubro su anhelo interior de un gesto de amor, de atención, que no le hago llegar solamente a través de las organizaciones encargadas de ello, y aceptándolo tal vez por exigencias políticas. Al verlo con los ojos de Cristo, puedo dar al otro mucho más que cosas externas necesarias: puedo ofrecerle la mirada de amor que él necesita. En esto se manifiesta la imprescindible interacción entre amor a Dios y amor al prójimo, de la que habla con tanta insistencia la Primera carta de Juan. Si en mi vida falta completamente el contacto con Dios, podré ver siempre en el prójimo solamente al otro, sin conseguir reconocer en él la imagen divina. Por el contrario, si en mi vida omito del todo la atención al otro, queriendo ser sólo « piadoso » y cumplir con mis « deberes religiosos », se marchita también la relación con Dios. Será únicamente una relación « correcta », pero sin amor. Sólo mi disponibilidad para ayudar al prójimo, para manifestarle amor, me hace sensible también ante Dios. Sólo el servicio al prójimo abre mis ojos a lo que Dios hace por mí y a lo mucho que me ama.”
Pongamos pues, nuestra vida, nuestra mirada, y todos nuestros esfuerzos en lo esencial.





[1] Concilio Vaticano II, GAUDIUM ET SPES, capitulo V, pag 207.

miércoles, marzo 01, 2006

DESARROLLO HUMANO

¿QUÉ ES DESARROLLO HUMANO?

Escribir acerca de desarrollo humano es una tarea difícil. Definitivamente es necesario frente al tema plantearse si lo que se quiere realizar es una formación conceptual o una construcción teórica; es evidente que si se toma la primera decisión el trabajo es arduo; pues existen innumerables corrientes y enfoques para conceptuarlo desde los informes del PNUD hasta las doctrinas mas reconocidas: estructuralistas, predeterministas, evolucionistas, interaccionista, holístico; es necesario intentarlo tomando como base una sola de ellas o acogiéndose a un único enfoque, pero si lo que se quiere es realizar una construcción teórica es preciso definir el concepto claramente y partir de allí para enarbolar todo el hilo conductor del discurso sobre desarrollo humano, lo que implica ir más allá, hasta incluso a sus mutaciones a sus consecuencias, desnudarlo y descomponerlo, reconocer sus raíces, sus desvíos, desarchivarlo.

En el presente ensayo me quedaré con la primera opción y es realizar una modesta formación conceptual acogiéndome a los principales informes que ha realizado el PNUD sobre “Desarrollo humano” y desde ahí aproximarme a las bases de una posible construcción teórica. Es cierto que la formación conceptual es solo una condición necesaria de la teorización. Ahora bien, esto que puede parecer tan obvio no siempre se respeta en ciencias sociales. En efecto, a veces se tiende a reducir la construcción teórica a la formación conceptual; otras, simplemente no se definen suficientemente los conceptos sobre los que se pretende teorizar, por último, a menudo ocurre que la supuesta construcción teórica cae víctima de una incontrolada inflación conceptual, por lo que se hace inmanejable e inútil a efectos explicativos. [1]

El informe sobre desarrollo humano realizado por PNUD en el año de 1992 hace un esfuerzo por definir lo que debe entenderse por desarrollo humano definiéndolo: como el proceso para ampliar la gama de opciones de las personas, brindándoles mayores oportunidades de educación, atención medica, ingreso y empleo, y abarcando el espectro total de opciones humanas, desde un entorno físico en buenas condiciones hasta libertades económicas y políticas. Igualmente en este informe se advierte el peligro de que el concepto de desarrollo humano se convierta más en una moda que en una practica, más en una consigna que en un proyecto de acción. En él se enuncian los errores con que analistas y teóricos han descrito el desarrollo humano, se anota que frente a las posiciones anticrecimiento que expresan que el punto focal del desarrollo es la distribución en vez de la generación de ingresos, aclara el informe que el desarrollo humano le interesa tanto el desarrollo de las capacidades humanas como su utilización productiva. De igual forma frente a la posición que afirma que el desarrollo humano es primordialmente sectorial se precisa que este es singular a dudas “vital”, “El desarrollo humano también significa desarrollo para la gente, y eso incluye la generación de oportunidades económicas para todos. Y significa desarrollo por la gente, pues requiere enfoques participativos. El desarrollo humano comprende tres aspectos, no uno solo.” Asimismo el informe reafirma que el punto focal del desarrollo humano son las opciones de las personas y que estas son diferentes dependiendo las etapas del desarrollo. El desarrollo humano es un concepto amplio e integral, no comienza a partir de un modelo predeterminado. Se inspira en las metas de largo plazo de una sociedad. Teje al desarrollo en torno a las personas, y no las personas en torno al desarrollo.[2]
Continúa el informe avanzando en la exploración del concepto de desarrollo humano para incluir también todo lo relacionado con el medio ambiente considerando que es preciso mejorar las condiciones no sólo para las generaciones actuales sino también las venideras, lo que hace ineludible que el desarrollo humano sea expresado en términos de sostenibilidad.

Los siguientes informes del PNUD: 1993 tendencias del desarrollo humano, 1994 Un programa para la cumbre mundial de desarrollo social; se presentan modalidades para la medición del desarrollo humano se hace un análisis donde se trata de responder el “hacia dónde” del desarrollo y el “para qué”; pero es en el informe del año 1995 en el capitulo titulado “El estado del desarrollo humano” donde se replantea el concepto y su medición y se enuncia los componentes del nuevo paradigma de desarrollo humano que debe construirse, estos cuatro componentes son: Productividad; que consiste en posibilitar a las personas el aumento de sus ingresos y que participen plenamente en proceso de generación del mismo. Equidad; acceso de las personas a la igualdad de oportunidades. Sostenibilidad; deben reponerse todas las formas de capital: físico, humano, medioambiental. Potenciación; el desarrollo debe ser efectuado por las personas y no sólo para ellas. Es preciso que las personas participen plenamente en las decisiones y los procesos que conforman sus vidas. La verdadera riqueza de un país está constituida por su pueblo, tanto hombres como mujeres. Y el propósito del desarrollo es crear un ámbito posibilitante para que las personas disfruten de una vida larga, saludable y creativa. A menudo se deja de lado esta simple pero poderosa verdad para ir en pos de riquezas materiales y financieras.[3]

Mas tarde los informes de los años 1996 ¿Crecimiento económico para propiciar el desarrollo humano?, 1997 Desarrollo humano para erradicar las pobreza, 1998 Cambiar las pautas actuales de consumo: para el desarrollo humano del futuro, 1999 La mundialización con rostro humano, 2000 Derechos humanos y desarrollo humano, 2001 Poner el adelanto tecnológico al servicio del desarrollo humano, 2002 Profundizar la democracia en un mundo fragmentado, 2003 Los objetivos de desarrollo del milenio: un pacto entre las naciones para eliminar la pobreza, se enuncian como construcciones teóricas de desarrollo humano partiendo del concepto base, desnudan la realidad mundial: la pobreza, los avances tecnológicos, la globalización, los derechos humanos, la democracia; marcan los limites y las pautas en que deben ser mirados estos aspectos, los indicativos de evaluación para ponerla al servicio del desarrollo del hombre. Sin embargo, en el informe de 2004 aparece un nuevo elemento fundamental que entra nuevamente a replantear y ampliar el concepto de “Desarrollo humano” se trata de la libertad cultural, en el cual me extenderé un poco por su novedad y atracción. Las dimensiones culturales del desarrollo humano ameritan una cuidadosa atención. En primer lugar, la libertad cultural es una dimensión importante de la libertad humana, pues resulta decisiva para que la gente viva de acuerdo con sus preferencias y tenga la oportunidad de escoger entre las opciones a su disposición o aquellas que podrían estarlo. Promover la libertad cultural debe ser un aspecto primordial del desarrollo humano y exige trascender las oportunidades sociales, políticas y económicas ya que éstas, por si solas, no garantizan la libertad cultural.[4]

Este enfoque ampliado no olvida los compromisos básicos del enfoque del desarrollo humano, pues su motivación implícita sigue siendo la búsqueda de medios para mejorar las condiciones de vida de las personas y aumentar el rango de sus libertades. La negación de la libertad cultural puede generar privaciones muy importantes y así empobrecer la vida de la gente e impedirle establecer conexiones culturales a las que, con justa razón, pueden aspirar. Así, el enfoque del desarrollo humano puede ampliarse para dar cabida a la importancia de la libertad cultural.

Dada la fuerte interdependencia de las diferentes dimensiones de la vida humana, la importancia de la libertad cultural no está circunscrita sólo al ámbito cultural, sino que afecta también los éxitos y fracasos en el ámbito social, político y económico. Ni siquiera la pobreza, un concepto fundamentalmente económico, puede entenderse a cabalidad sin incorporar consideraciones culturales en el análisis. De hecho, nadie menos que el economista Adam Smith constató el estrecho vínculo que existe entre privaciones culturales y pobreza económica y fue justamente su obra la que dio luces sobre la importancia del desarrollo humano. Smith sostuvo que la pobreza no sólo se traduce en una manifestación burda de hambre y privaciones físicas, sino que también puede resultar de las dificultades que experimentan algunos grupos para insertarse en la vida social y cultural de la comunidad. Más específicamente, (sostiene Smith) el análisis de la pobreza y el diagnóstico de los artículos básicos "necesarios" no pueden dejar de considerar las demandas de la cultura local. Smith escribe: “Por artículos básicos necesarios entiendo no sólo aquellos indispensables para el sustento de la vida, sino todos aquellos cuya carencia es, según las costumbres de un país, algo indecoroso entre las personas de buena reputación, aun entre las de menor rango... La costumbre, por ejemplo, ha convertido el uso de zapatos de cuero en algo necesario para la vida en Inglaterra, al extremo de que ninguna persona de uno u otro sexo osaría aparecer en público sin ellos”.[5]

Para construir sociedades humanas y justas, es necesario entender cabalmente la importancia que reviste la libertad en general, y más específicamente la libertad cultural, lo que a su vez implica que es necesario asegurar y ampliar de manera constructiva las oportunidades de las personas para escoger el modo de vida que prefieran y considerar otros alternativos. Dentro de estas elecciones, las consideraciones culturales ocupan un lugar preponderante.

Este informe trata de evidenciar las necesidades de que en la formulación conceptual de desarrollo humano se extienda el de diversidad cultural, enuncia los mitos que frente a este punto se han tejido para desvalorizar este aspecto como inhibidor y bloqueador de desarrollo humano y una vez más plantea la imperiosa necesidad de elaboración por parte de los Estados de políticas multiculturales para que la libertad cultural goce del espacio que se le debe y se convierta en principal motor de desarrollo.

Llegado a este nivel de reconocimiento es claro que intentar hacer una formulación conceptual de lo que se debe entender por desarrollo humano es tratar de identificar la multitud de conceptos que se le complementan y su articulación, para lograr, y solo modestamente, un concepto global. En consecuencia hablar de desarrollo humano es enunciar la economía, el conocimiento, las potencialidades, la tecnología, los derechos humanos, la mundialización, el medio ambiente, la democracia, las políticas de Estado, la sociedad civil, la libertad, la cultura, en fin, todas las categorías que involucran al hombre tanto en su ser individual como social.

Frente a desarrollo humano también nos enseña MANFRED Max-Neef “Necesidades humanas, autodependencia y articulaciones orgánicas, son los pilares fundamentales que sustentan el desarrollo a Escala humana. Pero para servir a este propósito sustentador deben, a su vez, apoyarse sobre una base sólida. Esa base se construye a partir del protagonismo real de las personas, como la autonomía de espacios en que el protagonismo sea realmente posible. Lograr la transformación de la persona-objeto en persona- sujeto del desarrollo es, entre otras cosas, un problema de escala; porque no hay protagonismo posible en sistemas gigantísticos organizados jerárquicamente desde arriba hacia abajo.”[6]

Acogiendo esta posición podríamos concluir que el desarrollo humano se sustenta y se concentra en la satisfacción de las necesidades fundamentales del hombre, en la generación de niveles crecientes de autodependencia y en una articulación entre los seres humanos con la naturaleza y la tecnología, de los procesos globales con los comportamientos locales, de lo personal con lo social, de la planificación con la autonomía y de la sociedad civil con el Estado.







ANA LIGIA ESPITIA VEGA
2005
















[1] Andrés de Francisco. Sociología y Cambio Social, Editorial Ariel Sociología, pag 48.
[2] Desarrollo Humano, Informe 1992, pag 19.
[3] Informe de Desarrollo Humano 1995. El estado del desarrollo humano. Pag 15.
[4] Informe de Desarrollo Humano 2004 . La Libertad cultural en el mundo diverso de hoy. Pag 7
[5] Informe de Desarrollo Humano 2004. La Libertad cultural en el mundo diverso de hoy. Pag 8 y ss

[6] Max-Neef Manfred. América Latina: Crisis y perplejidad.